En las montañas de Guatemala, a casi 2000 metros de altura sobre el nivel del mar, reside la antigua villa de Chichicastenango, una chispiante aldea de tradiciones y artesanías. Luego de un entretenido viaje de cuatro horas desde la capital del país a través del exuberante paisaje maya, se arriba al pueblo fundado por los quiché.
Actualmente, unos cuantos siglos después, los quiché continúan siendo el grupo lingüístico maya más grande de Guatemala, y su forma de vida se basa en la agricultura y el comercio. Es por esto que los dos días en los que abre el mercado, son tan importantes y atraen tanto a los locales como a los turistas.
Vendedores de todos los rincones del país llegan los jueves y domingos para instalar sus puestos en la plaza principal y en las calles aledañas. Los artesanos capturan la atención de los visitantes con sus raras máscaras festivas, sus encantadoras cajas de madera, sus cerámicas de barro y sus características prendas.
El mercado está ubicado a los pies de la iglesia Santo Tomás, construida en el siglo XVI, en lo que había sido una plataforma maya de 18 escalones que representaban los meses del año del calendario maya. Allí, los chamanes realizan rituales y colocan inciensos ardiendo. Estos últimos se consiguen en los puestos de la feria, junto a coloridas y exóticas frutas, extrañas hierbas medicinales e increíbles flores silvestres.
