Este año 2020 que estamos a punto de acabar, pasará a la historio por la pandemia del Covid-19, una pandemia que ha provocado que nos alejemos de nuestra familia y que dejemos de hacer aquellas cosas que tanto nos pueden gustar como es el viajar. Con la llegada del 2021, todo el mundo tiene la esperanza de que la situación cambie y que poco a poco vayamos recobrando la normalidad. Esperemos que sea así, y por este motivo, hoy os dejamos cinco destinos que son perfectos para olvidar la pandemia.
Maldivas, el Paraíso en píldoras
Quien visita Maldivas coincide con una vieja leyenda que dice que, en algún momento, una mano invisible debió tomar un pedacito del Edén para luego espolvorearlo sobre nuestro planeta, con tal acierto que cayó magistralmente en forma de unas 1.200 islas sobre el océano Índico.
Dispuestas en 26 atolones en un territorio total de 750 km. a través del océano, las Maldivas configuran el país más plano del mundo. Sus playas de arena blanca, salpicadas por exuberantes palmerales y cocoteros, se han convertido en un exclusivo destino donde desconectar de la cotidianidad y acercarse al Paraíso. Pero si las imágenes de sus impresionantes resorts nos dejan sin palabras, el fondo marino que se oculta tras ellas no tiene nada que envidiar. Así, las Maldivas hacen las delicias de los buceadores expertos y aprendices que cada año se deciden a explorar sus profundidades, especialmente en Baa Atoll, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Cada una de las islas que configuran las Maldivas, no tiene más de un kilómetro cuadrado de extensión convirtiéndose en pequeñas capsulas de Paraíso con propiedades muy diferentes entre sí, con su propia esencia natural y peculiaridades, pero determinada, en la mayoría de los casos, por las dimensiones y profundidad de la barrera de coral que las rodea, su atolón y el lugar que ocupa en el Océano. Siempre rodeadas por esa maravillosa laguna de tonos turquesa, se pueden encontrar algunas islas con largas lenguas de arena que se pierden en el mar o vistosos arrecifes de coral que se han convertido en hogar de cientos de peces de colores, tiburones, mantas raya, tortugas o incluso el majestuoso tiburón ballena.
Además, la mayoría de las islas turísticas –unas 150 aproximadamente– siguen el concepto ‘One island, One resort’. Así, cada cadena hotelera imprime su propio estilo y saber hacer, generando un concepto único y una amplia variedad de propuestas para el destino. Diversos estilos, distintas instalaciones y la variada oferta de experiencias terminan configurando la personalidad de cada una de estas islas donde se pueden disfrutar cines al aire libre, una noche de glamping bajo las estrellas o románticos cruceros al atardecer, entre otras muchas actividades.
África Oriental, en busca de la gran migración
En pocos lugares la naturaleza se presenta de una manera tan majestuosa como en África Oriental. Salvaje y exuberante, ofrece a sus visitantes paisajes y experiencias que no podrán encontrar en ningún otro lugar. Presidida por el Kilimanjaro y bañada por el Océano Índico, en esta región nos sorprenden Kenia y Tanzania, diferentes pero unidas por uno de los fenómenos naturales más impresionantes del planeta: la Gran Migración.
Para quienes no están familiarizados con este fenómeno, aclaramos que la migración consiste en un viaje que cada año emprenden millares de ñús, cebras, girafas y otras especies herbívoras a través de la Reserva Nacional de Masai Mara en Kenia, la Zona de Conservación del Ngorongoro y el Parque Nacional del Serengueti en Tanzania. Un movimiento migratorio circular que recorre más de 3.000 kilómetros y que se convierte en epicentro de la vida salvaje en la región, pues al más de un millón de animales que conforman esta voluminosa manada se suman todo tipo de depredadores y animales carroñeros. De ahí, que uno de los momentos más impresionantes de todo safari, ya sea en Kenia o en Tanzania, sea el encuentro con la Migración y para ello es fundamental entender su funcionamiento y estacionalidad.
Este ciclo de la vida se repite cada año con una precisión casi mágica, aunque en realidad las lluvias y la búsqueda de alimento son los principales motores que impulsan este círculo que nunca termina. Siguiendo el mismo sentido que las agujas del reloj, la Gran Migración comienza cada año en enero, al sur del Serengueti junto al lago Ndutu. Este momento, es uno de los mejores para visitar Tanzania, pues coincide con la época de nacimientos, hecho que no sólo aumenta el número de efectivos de las distintas manadas, también el de depredadores como leones o leopardos, hienas y otros carroñeros. A partir de abril, las lluvias en Tanzania provocan que las manadas pongan rumbo noroeste hacia el Masai Mara en Kenia, donde suelen pasar una larga temporada entre los meses de agosto y octubre. En noviembre, se inicia el camino de regreso al sur donde llegarán en torno a diciembre para nuevamente comenzar este ciclo sin fin.
El “Maná” existe y está en Polinesia Francesa
Perdidas en mitad del Pacífico se encuentran las Islas de Tahití, un conjunto de unas 118 islas formalmente conocidas como la Polinesia Francesa, repartidas en cinco archipiélagos: Tuamotu, Marquesas, Gambier, Austral e Islas de Sociedad, en este último es donde se encuentran las más conocidas y visitadas con Bora Bora Moorea y la propia Tahití como máximo exponente.
Un viaje a Polinesia Francesa suele combinar la estancia entre al menos 3 ó 4 islas, teniendo así oportunidad de conocer los diversos paisajes y peculiaridades que se convierten en la carta de presentación de cada una de ellas. Durante el viaje los visitantes consiguen aprender los matices de cada región, determinados en su mayoría por factores endémicos, pero también por los diversos acontecimientos históricos y los residentes como Gauguin o Marlon Brando que a lo largo de los años han pasado por la Polinesia.
Más allá de las diferencias, existe gran valor en apreciar aquello que les une como la marcada influencia francesa que se deja sentir especialmente en platos regionales tan característicos como el Poison Cru. También la arraigada cultura ma’ohi, que determina el carácter y sentir del corazón polinesio y queda magistralmente expresado a través de la música y las espectaculares danzas tradicionales. Pero si hay algo intrínseco al corazón polinesio es el ‘Maná’ una fuerza cósmica, presente en todos los aspectos de la vida, que simplemente envuelve y rodea todo.
Dubai, mucho más que una simple escala
Moderna y sofisticada, la ciudad de Dubai se ha abierto un hueco en la mente de todos a través de sus rascacielos de formas imposibles que atesoran récords mundiales. Sede de importantes acontecimientos culturales y deportivos, como la Expo 2020 Dubai que finalmente se celebrará en 2021, se ha convertido en la ciudad más importante de Emiratos Árabes Unidos y una de las metrópolis más visitadas del mundo.
Con una clara raíz beduina que aún se puede sentir en algunas zonas como Dubai Creek, nos muestra cómo la vanguardia se ha abierto paso entre las dunas del desierto y los tradicionales zocos rediseñando una ciudad que se ha convertido en emblema mundial. Gracias también a su situación geográfica en Oriente Próximo y la alta capacidad de su aerolínea de bandera, Emirates, Dubai es lugar de paso habitual y casi parada obligatoria para millones de viajeros cada año.
Sin embargo, el gran éxito de Dubai viene determinado por su capacidad de seducir a todo tipo de viajeros. No importa tu origen, tu edad ni tus intereses en Dubai encontrarás tu propio lugar. La ciudad ofrece todo tipo de actividades desde opciones culturales y visitas a los edificios más emblemáticos entre los que no puede faltar el mirador del Burj Khalifa situado en la planta 148 de este imponente edificio. El desierto es uno de los puntos más importantes donde practicar diversas actividades de aventura, aunque el magnífico puerto deportivo Marina Dubai también es un referente para practicar distintos deportes acuáticos.
La oferta de Dubai, se complementa de manera casi armónica con la vecina Abu Dhabi (a tan sólo una hora de distancia en coche) donde se puede visitar la Gran Mezquita Sheikh Zayed, la tercera más grande del mundo, el parque temático Ferrari World o el circuito de carreras de Yas Marina. También se puede visitar (alojarse es otra cosa) el Emirates Palace Hotel, catalogado como 7 estrellas gran lujo que suele alojar a destacados líderes, alguno de ellos bien conocido en España.
Sri Lanka, la isla de la “Serendipia”
Sri Lanka conocida por los antiguos persas como Serendipia, es un lugar, como indica el diccionario, repleto de hallazgos tan valiosos como inesperados. Esta pequeña isla situada al sur de India guarda sorprendentes enclaves naturales y culturales que poco a poco se revelan durante un recorrido por la misma. Y es que, al igual que los primeros comerciantes que llegaron al país, a primera vista nadie espera que esta pequeña isla pueda concentrar tal variedad cultural, natural y paisajística.
Las rutas más habituales comienzan el recorrido en Dambulla, un importante centro cultural que destaca no sólo por las fantásticas Cuevas del Templo de Oro de Dambulla, también por su proximidad a los grandes núcleos culturales. Merece la pena pasar al menos 2 ó 3 noches en esta zona, desde donde se puede llegar en no más de una hora a las ruinas de los antiguos reinos de Anuradhapura o Polonnaruwa. Aún más próximo, se encuentra el Parque Nacional de Minneriya donde se pueden realizar safaris en jeep y visitar uno de los platos fuertes de este viaje: la Fortaleza del León construida sobre la Roca de Sigiriya.
Desde Kandy, hacia el sur nos adentramos en el paisaje de colinas y amplias plantaciones de té que han conferido a este región –Nuwara Eliya– con el sobrenombre de ‘la pequeña Inglaterra’. No sólo por el paisaje, también sentiremos cómo el clima se refresca. En este punto del viaje, uno se relaja inspirado por los paisajes y dedica los días a admirar la vida rural de las características recolectoras de té, degustar las variedades del mítico té de Ceylán, pasear entre cascadas e incluso realizar algún que otro trekking en la zona de Little Adams Peak o el Parque de Horton Plains.