Aunque patria indiscutida de alguna de las variedades vinícolas más exquisitas del mundo, esto no es lo único que caracteriza a la ciudad de Burdeos, que si bien no es de las más reconocidas urbes francesas, posee una historia muy interesante y una riqueza arquitectónica que seguramente fascinarán a los viajeros amantes del urbanismo y de la cultura neoclásica.
Por la ruta del Vino
No puede negarse que la vitivinicultura ha sido uno de los motores históricos que han impulsado el desarrollo de Burdeos, en la región de Aqutania. En esta zona existen más de 120.000 hectáreas cultivadas con verdes viñedos que hacen las delicias de cualquier turista que decida realizar un paseo por sus proximidades, y admirar el pintoresco paisaje comprendido por los desniveles del terreno, las vides, y los infaltables castillos franceses.
Pero además de todo esto, Burdeos produce las 5 variedades de vino más cotizadas a nivel internacional, por lo que este simple hecho le aporta un prestigio insuperable en cuanto a la producción vitivinicola. A saber: Château Mouton Rothschild, Château Lafite Rothschild, Château Haut-Brion, Château Margaux y el Château Latour.
Cultura y arquitectura en Burdeos
Pero aunque, en mayor o menor grado, todo el mundo conozca la fama vinícola de Burdeos, pocos son en cambio los que identifican a esta ciudad con su gran riqueza estilística y arquitectónica. Seguramente esto se deba a la gran competencia de ciudades como París Versalles o Marsella, pero lo cierto es que Burdeos posee un centro urbano predominantemente neoclásico que pocas ciudades pueden igualar.
Producto directo de la ilustración, la ciudad a orillas del Ródano ostenta un amplio catalogo de edificios y construcciones soberbias, entre las que pueden destacarse el Palacio Real, que rodea con su forma circular la Fuente de las Tres Gracias; el Puerto de la Luna, que más que un área portuaria es un verdadero museo a cielo abierto; la Plaza del Parlamento; la Explanada de Quinconces y su monumento a los Girondinos; el Gran Teatro de Burdeos, considerado uno de los mejores de Francia; y una larga lista de edificios y casas anónimas, que, con su gracia y estilo, deleitan al turista a través de un simple paseo por las calles de la ciudad de Burdeos, que se hace un destino perfecto para disfrutar de la cultura, sin el apabullamiento de las masas, mientras se disfruta de una copa de un buen vino francés.