El Vaticano vuelve a transformarse en una meca turística

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El Vaticano, el Estado más pequeño del mundo -tanto por su superficie como por la cantidad de habitantes-, se erige como uno de los recorridos artísticos y arquitectónicos más impactantes, propiedad exclusiva de la Iglesia Católica Romana.

Allí conviven el arte griego, romano, americano y asiático con imágenes pictóricas desde la Edad Media hasta el siglo XVII, como por ejemplo la famosa Capilla Sixtina con los frescos del techo que Miguel Angel pintó hace más de quinientos años y habitaciones pintadas por Rafael.

Este recorrido milenario, nació de una pequeña colección privada de esculturas de Julio II (1503-1513) y luego con los pontificados de Clemente XIV (1769-1774) y Pío VI (1775-1799) se convirtió en lo que hoy se conoce como Museos Vaticanos y Galerías Pontificias, al cual cada Papa fue extendiendo su invaluable patrimonio.

La Biblioteca Apostólica Vaticana, una reliquia de las más antiguas del mundo; galerías, edificios, jardines, monumentos y museos temáticos (el egipcio, el etnológico misionero o el gregoriano profano) componen este imponente paseo por culturas del mundo entero.

Si con el tiempo se empezaba a atisbar una mayor cantidad de personas en la Ciudad del Vaticano, en 2013 la llegada del nuevo papa latinoamericano reforzó la apuesta y el patrimonio de la Iglesia es testigo. 2014 no será menos: las celebraciones de Semana Santa y la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II en Roma volverán a recibir a cientos de miles de fieles.

El llamado «efecto Bergoglio» desató una oleada de fieles en todo el globo (casi siete millones de personas se acercaron al Vaticano en 2013, triplicando la cantidad de seguidores que Benedicto XVI en un año).

Más de cinco millones y medio de personas recorrieron los museos y paseos desde la designación del nuevo pontífice. Se piensa en tomar medidas para preservar un patrimonio que podría sufrir distintos daños por la cantidad de visitantes.

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