Descubra, en Santiago (Chile), Mendoza (Agentina) y Lima (Perú), estos lugares recientemente abiertos. Tentación para golosos.
EL 23 GRAN BAR, MENDOZA (ARGENTINA)
No es una barra noctámbula. No apela a la bohemia. Lo de bar le cae por añadidura a este cálido y exquisito bistró -le llaman también petit restó- mendocino. El plus etílico lo obtiene de la nueva tienda Winery que, desde un costado, le proporciona una artillería completísima de vinos y espumantes argentinos. Tanto la tienda como el restaurante lucen clásicos y preciosos, amplios y luminosos, y gran parte de la materia prima para cocinar, como la mano de obra, corresponden a Almacén del Sur, grupo gastronómico que posee restaurante sobre la ruta del vino de Maipú, a 15 kilómetros de Mendoza, como también su propia línea de envasados del mismo nombre. Es casi obligatorio irse un domingo al brunch, a eso del mediodía; o pedir sus sabrosas delicadezas, como el mousse de foie sobre pan de brioche y confitura de uvas; curry de berenjenas y cordero y otros 23 tipos de tapas, sándwiches y menús. El vino puede comprarse al lado y beberse a precio de tienda. Sólo cobran ocho dólares por el descorche, o el precio del vino más barato de la lista.
MESTIZO, SANTIAGO DE CHILE (CHILE)
Con una puesta en escena soberbia, espaciosa, con grandes rocas como pilares, barra lateral, cocina a la vista y reposaras que miran al inmenso fondo verde -que descansa en una laguna artificial habitada por cisnes- este nuevo restaurante asegura una experiencia fotogénica y sabrosa. Las mezclas gastronómicas van por todos lados: cocina chilena con técnicas orientales, montajes europeos y productos latinos, con un sabor, si se quiere, hogareño y primogénito, contrastado con una arquitectura moderna y receptiva. Un sitio, al final, futurista y vintage, todo en uno. Imperdibles: el jugo de piña-albahaca, sabroso y fragante; el carpaccio de loco y palta (aguacate) aderezado con una mayonesa de huacatay -hierba aromática andina, similar al eneldo-; pulpo grillado al olivo, exquisitamente rústico; y el chupe de jaibas, contundente, simple y sabroso.
5 ESQUINAS, LIMA (PERÚ)
El joven chef Rodrigo Conroy montó en el impecable barrio de Miraflores su segundo restaurante, su segundo hijo. Mientras Rodrigo -su sitio primogénito- ofrece una cocina española moderna, en este nuevo escenario se convoca una propuesta totalmente clásica, absolutamente marítima, indudablemente fresca. Las manos de quien conduce y ejecuta están ya respaldadas por trabajos en París, Canadá y el mismo Perú, siendo discípulo del reconocido Rafael Osterling, por lo que un segundo argumento son los productos: cómo dudar de un cebiche, un tiradito de lenguado a la crema de rocoto, un chupe de cangrejo y ulluco o un risotto de camarones con azafrán. Con esa dosis de frescura, con toda la costa como su propia despensa, Conroy hace que su pericia se multiplique cada noche.