En Andalucía se concentra la luz solar mediante espejos para generar energía limpia: un espectáculo ecológico. Llegar a Solúcar es como llegar a la guarida del villano de una película de James Bond: una torre de cemento de 115 metros, rodeada por 624 reflectores heliostáticos de 120 metros cuadrados cada uno que iluminan la humedad y el polvo de la atmósfera, creando un halo que parece de otro planeta.
Tras la entrega de los anteojos de sol obligatorios para proteger la vista de la intensidad de los rayos, nos dan un paseo por el lugar, que incluye un vertiginoso viaje en ascensor y luego la subida de una empinada escalera hasta el tope de la torre, desde donde se ve el parque helióstatos. La palabra «helióstato» proviene del griego, helio, sol, y stato, detenido. Estos reflectores consisten en enormes espejos que siguen el curso del sol, concentrando las radiaciones en un receptor ubicado en la parte superior de la torre. Allí, el 92% de la energía solar recibida es transformada en vapor el cual se emplea para mover una turbina y generar electricidad.
Con la bendición de casi tres mil horas de sol por año, las zonas desérticas de Andalucía y el Norte de África son lugares ideales para estos proyectos. Solúcar será una plataforma de generación de energía solar con una segunda torre más alta y doble de capacidad, actualmente en construcción, más otras instalaciones como receptores parabólicos y placas fotovolcaicas que, en conjunto, en el año 2013 estarán generando 300 megavatios de energía limpia para más de 150 mil hogares.