Puesto que no debemos salir de casa en estos días debido a la pandemia del coronavirus, en Vivir en el mundo os estamos mostrando nuevas maneras de viajar sin necesidad de poner un pie en la calle. Y en este artículo le toca el turno a Burgos, una provincia fascinante culturalmente hablando, con un gran recorrido histórico y que cuenta con parajes apabullantes. Esta provincia ha sido escenario de multitud de películas, tanto nacionales como internacionales, que se han aprovechado del paisaje burgalés para contar sus historias. Pero si en algo destaca Burgos es en su tradición gastronómica. Solo de pensarlo se me hace la boca agua. Por esas y muchas más razones te proponemos un viaje a territorio burgalés sin levantarte del sofá. ¿Te vienes?
Burgos en el cine
Quizá cueste imaginar a Clint Eastwood jugando al billar en una taberna de Covarrubias, en la comarca del Arlanza. El hoy célebre cineasta se trasladó a Burgos junto a sus compañeros de reparto Lee Van Cleef y Eli Walach, quienes se retaron a muerte en el cementerio de Sad Hill, un escenario insólito situado en Santo Domingo de Silos. Este icónico enclave cinematográfico fue retratado en “El bueno, el feo y el malo (1966)”, uno de los grandes clásicos del Spaghetti Western, de Sergio Leone, pero no es la única localización burgalesa que ha aparecido en la gran pantalla.
El aclamado Vicente Aranda, enamorado de la Catedral de Burgos, convirtió a la seo en una localización habitual de su filmografía, que aparece en películas como “Amantes (1991)”, “Juana La Loca (2001)” y “Luna caliente (2009)”. Otros títulos de producción española que cuentan con la provincia de Burgos como escenario son “El disputado voto del señor Cayo (1986)”, de Antonio Giménez-Rico; “El abuelo (1998)”, de José Luis Garci; o “The Way (2010)”, dirigida por Emilio Estévez.
Destacan también producciones internacionales como “El Cid (1961)” de Anthony Mann, con Charlton Heston y Sofia Loren como Rodrigo Díaz de Vivar y Doña Jimena, o “Las Petroleras (1971)”, dirigida por Christian-Jaque, quien reunió a dos grandes figuras femeninas del cine del momento, Brigitte Bardot y Claudia Cardinale, para un rodaje que tuvo lugar entre las localidades de Cabezón de la Sierra y Rabanera del Pinar.
Burgos gastronómicamente hablando
Los sabores también son capaces de trasladar al comensal a otros lugares de forma inmediata. De la morcilla y el queso de Burgos a la sopa castellana, la olla podrida o el lechazo asado, muchos son los platos y elaboraciones que nos permiten realizar un auténtico viaje por tierras burgalesas con tan solo un bocado:
Morcilla de Burgos
Emblema de la gastronomía de la zona, la morcilla de Burgos es de arroz e incorpora, además, cebolla, manteca de cerdo, sal y especias. Es un plato en sí mismo y también puede acompañar a otros como, por ejemplo, los callos, el cocido o el arroz al horno.
Olla podrida
Considerada como el origen de todos los pucheros, la olla podrida es un plato contundente del que se tienen referencias literarias que nos llevan a la España del Siglo de Oro. Grandes literatos como Cervantes o Lope de Vega ya mencionaron en sus obras este plato que trascendió fronteras y que hoy, en la provincia de Burgos, tiene su hegemonía a base de alubias rojas de Ibeas de Juarros. Incorpora también toda clase de carnes servidas a parte, que van desde panceta, manita y costillas de cerdo hasta oreja, chorizo y morcilla de Burgos, además de cebolla, huevos, miga de pan, ajo, perejil, pimentón, aceite y sal para el relleno.
Lechazo asado
Lo asados se han mantenido como un auténtica tradición, especialmente en la provincia de Burgos, conocida por el lechazo al estilo de Aranda. Se trata de un asado de carne de cordero lechal que, untada con manteca de cerdo y rociada con sal, añadiendo un poco de agua y medio limón aplastado, da lugar, tras hacerse bien en el recipiente de barro al horno, a un exquisito plato digno de emperadores.
Sopa castellana
Muy propia de los tiempos de frío, la sopa castellana es un plato clásico en el recetario tradicional que se ha extendido prácticamente a la totalidad de nuestra geografía. Sus ingredientes principales son pan, ajo huevos, jamón a taquitos y pimentón y resulta un caldo reconfortante y sabroso idóneo, sobre todo, durante las estaciones de otoño e invierno.
El postre del abuelo
Sin duda uno de los postres más tradicionales de la provincia de Burgos que a menudo podemos encontrar en las cartas de los restaurantes burgaleses es el postre del abuelo. Consiste en la combinación de queso de Burgos, una de las variedades más consumidas a nivel nacional que se elabora con queso de oveja, de vaca o ambas, junto con miel, membrillo y nueces.
La herencia literaria de Burgos
Desde tiempos inmemoriales, los libros nos han hecho viajar hasta los confines más remotos de la Tierra. Por ello, una de las mejores formas de descubrir la provincia de Burgos es a través de la lectura. Son numerosas las referencias literarias que tienen en las tierras burgalesas su escenario. Es el caso de “Inquietud en el paraíso”, de Óscar Esquivias, una historia ambientada en el verano de 1936 cuando, durante una conferencia, el ponente asegura a los asistentes de la misma en el Salón del Recreo del Teatro Principal de Burgos que Dante visitó el Purgatorio en vida para escribir la Divina comedia. A raíz de ello, el conferenciante dirige una expedición por este territorio del Más Allá.
La novela de Rafael Sánchez-Grande Moreno, “El árbol solitario del páramo”, también está ambientada en Burgos, concretamente en las húmedas y misteriosas tierras parameras del norte de la provincia. Esta historia narra la vida de un joven escritor madrileño que, en plena crisis de creatividad, viaja hasta una remota aldea del norte burgalés en busca de reposo, pero una vez allí su descanso es interrumpido por una serie de extraños acontecimientos. Otro ejemplo es “Ecos de Bardulia: el brazalete dorado”, una novela histórica escrita por Juan R. Moya, que traslada al lector al año 791 cuando el emir andalusí Hisham inicia una serie de expediciones hacia el norte para contener la expansión del reino astur. Con los yacimientos de Atapuerca como escenario principal, ‘La huella del mal’ es un thriller policiaco firmado por el escritor y guionista Miguel Ríos San Martín, que gira en torno a un misterioso asesinato que tiene lugar en las inmediaciones del sitio arqueológico.