Como uno de los países con más historia antigua del mundo moderno, Escocia provee a los visitantes de sus tierras de una enorme cantidad de recintos y formaciones que tienen vida propia casi. Uno de ellos es, indudablemente, la espectacular Abadía de Iona, considerada una de las mejor conservadas en su especie a nivel mundial, siendo un recinto clave en la expansión del cristianismo en Europa.
En concreto, actualmente se publicita a la Abadía de Iona, como uno de los “centros religiosos más antiguos y significativos de Europa Occidental”, y para llegar a su interior, tenemos que acceder primero a la isla del mismo nombre, como en su momento lo hiciera el ancestral Columba, quien creara un monasterio, éste, donde los monjes locales predicaron, antes de esparcir sus conocimientos en sitios tan lejanos, como Suiza.
Incluso, fue tal la trascendencia de este espacio en los primeros siglos de la historia moderna, que allí se desarrollaron algunos de los principales escritos de los escoceses, como por ejemplo el famoso “Libro de Kells”, uno de los primeros manuscritos ilustrados de la historia, hecho por los monjes, o también la “Crónica de Irlanda”, confeccionada alrededor del año 740.
Sin embargo, posteriormente múltiples ataques vikingos terminaron no sólo con la vida de los monjes, sino también con muchos de los tesoros que albergaba este sitio. Incluso, para el siglo XIII, Iona se había convertido en un monasterio de Benedictinos, quienes también fundaron otra institución, y para colmo males, con la Reforma Protestante, la Abadía fue cerrada definitivamente.
Sin embargo, a mediados del siglo XIX, la construcción fue derivada a la Iglesia de Escocia, que luego de restaurarla durante décadas por el escaso mantenimiento hasta entonces, optó por entregársela al reverendo George MacLeod, quien no sólo se hizo cargo del lugar, sino que fundó la Comunidad ecuménica cristiana de Iona, la que hoy sigue atendiendo a muchos de los turistas que se acercan a visitar el lugar.