Hace millones de años una apocalíptica erupción volcánica dio forma a un prodigio natural sin parangón en el resto del planeta. Se trata de Capadocia, una hermosa región situada al sudeste de la meseta de Anatolia en Turquía. Hay que verla, disfrutarla, descubrirla… a pie, en coche, moto o bicicleta, pero la experiencia de sobrevolar sus fantasmagóricos escenarios en globo es, sin duda, la mejor opción.
Son las cinco y media de la mañana y todo está preparado para iniciar la que, sin duda, es una de las experiencias más gratificantes que he hecho en mi vida: subir a un globo y sobrevolar Capadocia. Aún es de noche, pero Mehmet Ajar asegura que en pocos minutos el sol empezará a despuntar sobre el horizonte. Mehmet es el piloto, un joven turco que lleva ya rato insuflando aire caliente al globo.
Estoy nervioso, muy nervioso, no puedo negarlo. Es la primera vez que vuelo en globo y lo cierto es que me causa un cierto respeto. Sin embargo, la posibilidad de descubrir los secretos más recónditos de Capadocia, de fotografiar sus alucinantes paisajes desde el aire no puedo desaprovecharla. «Vámonos. De uno en uno», grita Mehmet en un correcto inglés.
Apenas cinco minutos después, el enorme cesto donde nos hemos colocado junto a otros turistas comienza a balancearse… Desde tierra, dos ayudantes de Mehmet lo sujetan con gruesas cuerdas hasta que todos nos hemos colocado. Y de repente, en apenas unos segundos, un silencio absoluto, mágico, se apodera de Capadocia, de todos nosotros. Estamos a unos 200 metros de altura y solo se oyen los clic de las cámaras fotográficas. Es normal, el espectáculo que se abre ante nuestros ojos es increíble, un delirio de la naturaleza sin parangón en el mundo.