Hace 50 años la familia comenzó a vender pescado fresco en su pescadería, en la que Peter Caviston regalaba bocadillos de mariscos como cortesía. Fueron tan exitosos que comenzaron a venderse, y la familia se animó a abrir el pequeño restaurante junto a la tienda. El sabor a hogar se siente y se confirma con el primer bocado. El pescado es espectacular y siempre del día, y las recetas son sencillas, pero llenas de carácter.
A excepción de viernes y sábados, el restaurante abre sólo para el almuerzo, y es esencial hacer reservación, pues como todo buen restaurante irlandés, el lugar es pequeño, y el espacio para 28 personas siempre está repleto. La tienda original se ha expandido muchísimo y vende todo tipo de productos gourmet, como pays de mariscos, quesos irlandeses y los favoritos bocadillos de salmón ahumado con salsa tártara.