Madeira es uno de esos sitios que son perfectos para poder disfrutar de unas vacaciones tranquilas y seguras. Esta isla portuguesa ofrece un ambiente muy especial, permitiendo disfrutar de los encantos que ofrece su naturaleza y el mar que la rodea.
Camino a la cumbre más alta de la isla
La montaña más alta de la isla recibe el nombre de Pico Ruivo. Alcanza los 1861 metros y a su cima se puede llegar a través de un sendero en poco más de una hora y media. Las vistas que ofrece de la isla os dejarán con la boca abierta.
El camino más corto se hace a través de una vereda de 2,8 kilómetros perfectamente delimitada y repleta de escalones y aunque no se considera una ruta fácil, especialmente por su altura, puede hacerse con un mínimo de preparación física. Los que alcanzan la cima tienen como recompensa disfrutar de unas formaciones rocosas espectaculares y grandes hectáreas de bosques frondosos con el añadido de hacerlo casi en solitario.
Rincones escondidos a orillas del mar
Uno de los muchos apodos de Madeira es “la perla del Atlántico” y el gran motivo es la magnificencia de sus playas y/o calas. Algunas de ellas todavía son unas desconocidas por el gran público y esto las convierte en un enclave todavía más especial que se puede disfrutar con una tranquilidad absoluta. Es el caso de la playa de Garajau, a la cual se puede acceder en teleférico – con reserva y pago previos – hecho que hace que se reduzcan mucho las aglomeraciones. Además, forma parte de la Reserva Natural Parcial de Garajau, con lo que allí se puede disfrutar de las aguas del Atlántico estando rodeado, desde las alturas, por una gran extensión de vegetación.
Otros caso muy particular es también el de la playa Ribeira Natal, aún poco popular a pesar de su gran belleza. Además, otra de sus grandes atractivos es su amplitud, una característica muy cotizada en este atípico verano. Desde allí, se puede llegar caminando a las playas de Caniçal, un pequeño pueblo pesquero a 30 kilómetros de la capital, para conocer una parte de la isla aún más auténtica.
Adrenalina y aventura con el particular sello de Madeira
El deporte activo es prácticamente una religión en el archipiélago portugués. Los amantes del surf, el buceo o la escalada encuentran allí un auténtico paraíso.
Los fanáticos del surf tienen una visita imprescindible en la playa da Enseada, donde se han celebrado competiciones de prestigio como el Red Bull Big Wave Challenge en 2000 o el Campeonato Mundial de Surf en febrero de 2001. Para quien prefiera sumergirse en el mar en vez de bailar entre olas, la playa de Garajau es la más solicitada para los buceadores, ya que sus aguas cristalinas permiten disfrutar mucho más de la diversidad marina.
Para los turistas aventureros que anteponen la tierra firme a las aguas del mar, la escalada es el otro gran deporte que se puede practicar en la isla, gracias a la solidez de la roca basáltica presente en los espectaculares acantilados que se encuentran en varios puntos del archipiélago.