Roma es probablemente, junto a París, una de las ciudades del mundo donde podemos encontrar mayor cantidad de museos y centros culturales de todo tipo. Sin embargo, y fuera del circuito que comprende los más visitados en la capital italiana, se encuentra el Museo Nacional de las Termas, un sitio sumamente interesante para aquellas personas que se sientan atraídas por la historia de esta urbe, desde la antigüedad hasta los días que corren.
Este espacio cultural, que depende de forma directa del Museo Nacional Romano, se encuentra situado en un sitio llamativo, ya que antes se encontraban ahí mismo, las denominadas “las Termas de Diocleciano”, siendo un recinto que era famoso por funcionar como solar, y donde se hallaban una enorme cantidad de restos y fósiles arqueológicos romanos de diferentes épocas, que luego fueron tomados por una gestión estatal, y convertidos en museo.
De hecho, en la actualidad este sitio incluye una enorme cantidad de elementos que permiten repasar la historia de Roma, como por ejemplo varios altares, esculturas funerarias, inscripciones, hallazgos de algunas excavaciones urbanas, y colecciones en sí mismas, como las de prehistoria y epigrafía del Museo Nacional de Roma.
Otro de los elementos que fueron agregados al museo con el tiempo son las propias esculturas encontradas en las termas de Roma, algunas de las cuales tienen siglos de antigüedad, pero que en la mayoría de los casos se encuentran en casi perfecto estado de conservación, situación por la cual miles de turistas llegan cada semana a intentar conocerlas más de cerca, por ser uno de los recuerdos más importantes del corazón de la antigua Roma.
En cuanto a las divisiones internas del Museo Nacional de las Termas, se puede destacar también que se distribuye entre el Claustro de Miguel Ángel, que incluye un jardín y lleva ese nombre obviamente en referencia a uno de los más grandes artistas de la historia; el Aula Octogonal, el Claustro de San Isidoro, y la sala principal de las Termas.