Pueblos ancestrales
A 10 minutos en mototaxi (o motokar) de la ciudad, está el hotel Puerto Palmeras. Desde que uno ingresa y ve ese estupendo campo de 21 hectáreas en el que está construido -con palmeras por un lado, laguna por otro y caballos paseando en libertad- uno intuye que este lugar es especial.
Los días transcurren suavemente entre paseos a caballo, baños en la piscina y algunos tragos en el bar acuático, como el refrescante daiquiri de exóticas frutas amazónicas y la cerveza San Juan, símbolo indiscutible de la cultura popular en la selva peruana. También, tienen una sala de juegos para los amantes de las billas (billar o pool) en donde se muestran coloridas obras de pintores amazónicos.
Para no estar todo el día solamente tomando sol al borde de la piscina y aprovechar de conocer algo más de la ciudad, el hotel ofrece buenos tours para todo tipo de aventureros: cataratas, cascadas y canotaje por el río Cumbaza y el río Mayo, hasta el Huallaga; paseo a la ciudad de Lamas y visita a la reserva ecológica Lago Lindo.
Primero opto por Lamas, ubicada a 30 minutos. Ahí vive el pueblo nativo quechua-lamista que habla un dialecto mezcla de quechua y cahuapana, y que aún practica costumbres ancestrales. Para conocer un poco más sobre la historia pasada y presente de esta cultura viva, vale la pena detenerse en el Museo de Historia Étnica Los Chancas, pequeño pero variado. Al final podrá llevarse a casa un simpático jarrón de cerámica hecho por artesanos del lugar usando materiales naturales.
Paraíso terrenal
Es pecado dejar Tarapoto sin conocer Lago Lindo. En esta reserva privada hay hospedaje y se ha reforestado el bosque con cedro y cacao, entre otras especies de la zona.
El camino dura menos de una hora. Hay que cru¬zar el río Huallaga en «balsa cautiva», una plataforma donde suben varios vehículos a la vez y que es jalada por poleas hasta llegar a la otra orilla. Antes de llegar al destino, el guía y chofer recomienda caminar el último tramo. Son solo 30 minutos y se pueden tomar fotos desde el cerro Miracochas, con vegetación de fondo y el gran río a los pies. Más adelante están las Umasapas, unas piedras gigantes esculpidas por un artista local con la cara de algunos presidentes del Perú y del dueño de este lodge. Son tan grandes que se ven desde el lago.