Tres grandes retos del sector ferroviario en 2021: experiencia del pasajero, la digitalización y la sostenibilidad

Si el año 2020 supuso todo un reto a nivel empresarial, el 2021 tiene pinta de que no será menos. El sector ferroviario se ha visto seriamente afectado debido a una importante reducción del número de pasajeros, al confinamiento domiciliario, al distanciamiento social y al miedo al contagio. Tras el desplome, el sector debe centrarse en recuperarse económicamente.

Un viaje más atractivo

Para conseguir ese objetivo, lo primero sería trabajar en fortalecer el atractivo y las ventajas que ofrece viajar en tren. Todo ello sin olvidarse de la higiene, la salud y la seguridad de los pasajeros. Sumado a la pandemia, la llegada del teletrabajo ha reducido los viajes de corta y media distancia en tren, que han caído entre un 5% y un 10%. Dado que ambos factores van a continuar, los operadores del sector deben ofrecer garantías a los viajeros en términos de salud, facilitando y fomentando las medidas de higiene, y también en forma de nuevos productos, servicios y ofertas que fomenten el uso de este transporte. Esto puede traducirse en nuevos proyectos de rediseño de los espacios de las cabinas, por ejemplo, o de los sistemas de filtración y depuración del aire, entre muchas otras iniciativas dirigidas garantizar el confort y la distancia a bordo.

Si los players del sector quieren atraer pasajeros deben despertar el ingenio para evolucionar la experiencia de usuario, como ha ocurrido en el sector automovilístico o aeroespacial, donde el coche y el avión, sin duda, han conseguido grandes logros. Ofrecer al pasajero una sensación de bienestar y seguridad desde que entra en la estación de tren hasta que termina su viaje es vital en este momento de cambio, y ayudará sin duda a recuperar a los clientes que viajan por motivos de trabajo, que eran los más rentables antes de la era COVID. Las acciones del sector deben estar enfocadas a atraer a este público concreto, que debe sentir el mismo confort que tiene en la oficina o incluso en su propia casa. Desarrollos 5G, como una conexión a internet de alta velocidad para la transferencia de imágenes, vídeos o audios que permita al pasajero una conexión permanente e ininterrumpida, serán clave.

Otro gran reto gira entorno a la digitalización del sector, algo que abarca muchos aspectos. Por ejemplo, de cara a incrementar la capacidad del transporte sin volver a las aglomeraciones, algo imprescindible para afrontar la congestión vial derivada del aumento de la población de las zonas urbanas. Gracias a la digitalización, que permite calcular y optimizar el tiempo y la distancia entre paradas y trenes, se consigue aumentar la frecuencia de los servicios de viaje. Pongamos como ejemplo el proyecto de armonización de señalización ferroviaria ERTMS que está llevando a cabo Europa y que, basándose en sistemas tecnológicos, promueve la interoperabilidad entre países e incrementa la capacidad del transporte aumentando el número de trenes por hora. Esto se está logrando gracias a la automatización de los trenes, que aumenta la disponibilidad y reduce los costes operativos.

Y son más los beneficios de la digitalización. Por ejemplo, en cuanto a la disponibilidad de los trenes, algo estrechamente ligado a sus piezas y a la calidad y al estado de éstas. Hoy, gracias a los sensores de abordo y al IOT, es posible conocer en tiempo real el estado del tren, predecir posibles fallos y, por lo tanto, llevar a cabo un mantenimiento preventivo que resulte rentable, en lugar de incurrir en averías más graves que a la larga son más costosas o que incluso te obliguen a parar el servicio. La digitalización es clave a la hora de conocer, anticipar y pronosticar cada punto del ciclo de vida de un tren. También lo es, para la modelización y la creación de los llamados “gemelos” digitales. Gracias ellos, se pueden contemplar y analizar diferentes escenarios operativos sin recurrir a las pruebas físicas con los trenes reales. Usar tecnología de impresión 3D, otro de los ámbitos digitales de mayor potencia en la actualidad, ayuda a contar con respuestas ante una avería en el caso de que se produzcan interrupciones en la cadena de suministro. La robotización, por su parte, permite la creación de talleres eficientes y modernos y más competitivos. De hecho, los programas europeos están actualmente promoviendo y financiado la entrada de esta tecnología en el área de operaciones. El coste operativo de un tren está ligado en un 40% a su mantenimiento a lo largo de los 35 años de vida útil del vehículo.

Por último, pero no menos importante, nos encontramos con el gran reto del cuidado del medioambiente. Si el 2020 ha servido para algo, ha sido para reforzar la visión de los políticos de que el transporte ferroviario, tanto para uso de viajeros como para transportar mercancías, es uno de los medios más respetuosos con el medioambiente en cuanto a volumen transportado por unidad de tiempo. Es 3 veces menos contaminante que el transporte por carretera. Y, aun así, queda mucho por hacer para mejorar la huella ambiental a lo largo de todo el ciclo de vida del tren y las infraestructuras. Los sistemas de almacenamiento de energía eléctrica darían pie a sustituir combustibles como el diésel en este tipo de transportes. En los últimos 10 años hay importantes mejoras en el rendimiento de las baterías tanto de potencia como de eficiencia. En España se están probando prototipos que funcionan con gas natural licuado. Otro ejemplo son las pilas de combustible de hidrógeno que podrían usarse como fuente de electricidad a bordo.

Es momento de pensar en las vías para producir y suministrar este tipo de energía adaptada a las necesidades de los trenes, quizás, coordinando el uso de estos sistemas con otras industrias, para abaratar y compartir costes. En definitiva, es el momento de que la industria se reinvente para lograr que el tren tenga la posición que merece, como la opción más cómoda, segura y medioambientalmente sostenible del futuro.

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