Las fuentes de Roma, son imponentes y prodigan arte e historia, ya que la mayoría de ellas han sido esculpidas por los más reconocidos artistas italianos. Una de las más famosas es la Fontana de Trevi, construida por Bernini pero finalizada en 1751 por el arquitecto Nicolás Salvi, a pedido del Papa Clemente XII. Nadie se va de allí sin cumplir con la costumbre de lanzar una moneda al agua, para garantizar según la leyenda popular, el retorno a esta increíble ciudad. Deslumbrante de noche, iluminada por antiguos faroles que resaltan la sublime escenografía, no podemos dejar de rememorar a la sensual Anita Ekberg en La Dolce Vita.
Otra de las fuentes representativas realizada por Pietro Bernini es la Barcaza, que se encuentra en el sector central de Piazza Spagna. La gente suele reunirse a su alrededor para contemplar el juego de los chorros de agua. Rodeada por edificios del siglo XVIII pintados en tonos brillantes, ocres y rojizos, la plaza posee coloridas flores que adornan la gran escalinata de travertino, donde se realizan los más importantes desfiles de moda italiana. No hay que dejar de probar las castañas calentitas que se venden en los puestos ambulantes, ni perderse de caminar por la elegante Vía Condoti, que concentra las más reconocidas tiendas de ropa con vidrieras que son una verdadera obra de arte.
Por otro lado en la Piazza Navona –uno de los paseos más frecuentados y característicos de la ciudad- se encuentran tres fuentes: la del centro es la célebre Fontana de los Ríos, encomendada a Gian Lorenzo Bernini por el Papa Inocencio X para decorar el obelisco que está en el medio. Las cuatro estatuas que lo rodean, representan los ríos Ganges (Asia), el Nilo (África), el Danubio (Europa) y el Río de la Plata (América).
En el lado sur de la plaza está la Fontana del Moro, realizada originariamente sobre dibujos de Giacomo Della Porta, pero terminada por Bernini y Mari, mientras en el otro extremo de la plaza, encontramos la Fontana de Neptuno.