Dicen los expertos, entre los que se cuentan viajeros y operadores turísticos, que Buenos Aires es una de las principales ciudades «gay friendly» del mundo. El concepto «gay friendly» se refiere a la implementación de políticas públicas y privadas tendientes a captar al público de las minorías sexuales, sin reparos de ninguna índole, sin cuestionamientos ni juicios de valor.
Así, homosexuales viajando solos o en pareja, encontrarán facilidades desde alojamiento hasta espectáculos pensados para un público bastante particular. Los estudios indican que el nicho gay en el sector turístico representa uno de los de mayor crecimiento y sustentabilidad ya que se compone de personas que por lo general cuentan con un poder adquisitivo superior a la media (probablemente porque ambos son profesionales), un nivel cultural alto (lo cual los convierte en huéspedes muy exigentes) y un sentido de la libertad y el desprejucio que pocas ciudades reconocen y aceptan.
Buenos Aires, la fascinante capital Argentina, accede a este podio luego de muchos años de represión y silencio producto de una de las dictaduras militares más sangrientas de Latinoamerica. Poco a poco (han pasado 30 años hasta aquí), el país recupera el perfil que en otros tiempos lo situara entre las ciudades más cosmopolitas y culturales del mundo.
Sus cafés, sus ferias de antigüedades, sus shows de tango, museos, teatros, parques y espléndidas avenidas, ven sin rubor como el mercado gay se adueña de su paisaje.
Buenos Aires, como dice el tango «la Reina del Plata», crece jovial, moderna y tolerante al ritmo de las nuevas tendencias que marca el fluctuante mercado del turismo internacional.