Noruega presume de haber levantado en Oslo el teatro de ópera más moderno del mundo. Los datos impresionan: cada asiento dispone de una pantalla de cristal líquido que ofrece los subtítulos del libreto en ocho idiomas, en el escenario, una corriente de aire humidificado conserva en su punto voces e instrumentos; sobre la platea, un candelabro formado por 5.800 piezas con 8.000 LEDs (lámparas en estado sólido, sin filamento ni gas inerte), valorado en 700.000 euros, ayuda a dirigir las caprichosas ondas de sonido a los 1.400 espectadores sentados, y lo mejor, el tejado se convierte en un parque al aire libre: revestido con más de 36.000 baldosas de mármol blanco procedente de Italia, sube por una suave pendiente desde las aguas de Oslofjord para que la gente pueda caminar por su superficie. Fue inagurado en abril del 2008, y el costo de su construcción fue de unos 485 millones de euros.