Hay quienes disfrutan de paradisíacas playas, verdes colinas o azules cerros nevados. La exhuberancia del paisaje tropical o la bucólica vegetación de los Alpes suelen tentar a la mayoría de los viajeros.
Sin embargo hay otro tipo de turistas. Aquellos que aman la soledad del desierto, la aridez de sus arenas infinitas y el recio clima de las regiones más inhóspitas del planeta. A ellos les invitamos a conocer y «disfrutar» del desierto de Mojave.
Ubicado al Oeste de los Estados Unidos, este singular paisaje ha ilustrado cientos de películas inolvidables, y continúa siendo motivo de inspiración para otros tantos viajeros que encuentran en la inmensidad de su aridez, el descanso, la serenidad y la conexión con la naturaleza que tanto ansiamos quienes vivimos en la ciudad.
Hacia 1800, esta zona de norteamérica se convirtió en un poderoso imán para los buscadores de fortunas, pues allí se explotaron durante varias décadas, prósperas minas de oro y plata, al amparo de las cuales surgieron muchos pequeños pueblos. Uno de los más conocidos es Barstow, que recibía a cuanto viajero se atreviera a desafiar al desierto.
Otro lugar imperdible es Calico: lo que fuera un polo de concentración humana en torno a la actividad minera de la región, es hoy un singular pueblo fantasma que atrae por su singularidad y perturba por las historias y mitos que alrededor de la ciudad se tejen.
Sin dudarlo, la mayor atracción del desierto es Las Vegas, el paraíso del entretenimiento y los juegos de azar, que recibe anualmente varios millones de turistas decididos a dejar sus «ahorros» en sus lujosas mesas.
Mojave es el nombre de una de las últimas tribus de indígenas que habitaron la región y en sus distancias eternas y castigadas montañas, es posible hallar diversión, naturaleza y relax.