Las chocolaterías de Viena, la capital de los golosos

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Las chocolaterías, cafés, mercados, tiendas gourmet y tabernas de vinos de Viena derrochan tentaciones. Un buen recorrido gourmet por la capital austriaca no puede obviar sus mercados, 26 en total, de los cuales el más famoso es el Naschmarkt. Otra es, Demel, una dulcería y cafetería que aún ostenta las prestigiosas iniciales K. u. K. (Kaiserliche und Königliche, imperial y real), que distinguían en forma exclusiva a los proveedores de los Habsburgo. Demel lleva más de 200 años produciendo pasteles, chocolates, waffles, strudels y todas las dulzuras que la fantasía pueda sugerir. Y no sólo eso: sus vitrinas se han convertido en una parada obligada en el casco antiguo, gracias a la tradición de contar historias con dulces. Cada evento social o político importante que ocurre en Viena o en el mundo es plasmado en sus escaparates en prodigiosas esculturas de azúcar, bizcochos y chocolates.

Ningún goloso que se precie de serlo puede decir que estuvo en Viena si ni probó un pastel Sacher, el original, que ha sido embajador de Austria en el mundo entero. La historia de este insigne pastel comenzó en 1832, cuando Franz Sacher, un joven aprendiz de cocinero de la corte del principe tuvo que reemplazar al titular enfermo, para cumplir los deseos de Su Alteza, que recibía a invitados de alcurnia y deseaba agasajarlos con un postre lujoso e inédito. Sacher, con sus inexpertos 16 años, puso manos a la obra y con tal oficio, que su creación fue elevada a los altares de la repostería y replicada en el mundo entero.

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La receta primitiva del pastel Sacher, es sólo una, y es el secreto mejor guardado del Hotel Sacher -fundado por el hijo del célebre pastelero-, el único que puede ostentar el rótulo «pastel Sacher original». En días normales, sus reposteros producen entre 500 y 800 de estos pasteles, pero cuando el invierno y la Navidad empujan a la gula, la producción puede llegar a tres mil por día.

El Hotel Sacher tiene una confitería y dos cafeterías: Sacher Café y Sacher Eck, donde no sólo se puede degustar este tradicional pastel de tres chocolates y mermelada de albaricoque, sino también las mezclas especiales de tés y cafés, la exclusiva champaña Sacher y otra serie de delicatessen. También envían el dichoso pastel a cualquier parte del mundo. Entre tres y seis días hábiles toma el pedido para estar en la puerta de cualquier casa del mundo, en una delicada cajita de madera.

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