Peregrinos, creyentes, aventureros, vagabundos y hasta estafadores recorrieron el trayecto a Compostela, que se convirtió en una suerte de romería de la cristiandad entre los siglos XI y XIV. Por entonces, se extendió la creencia del poder milagroso del apóstol Santiago, cuyo sepulcro había sido descubierto por el siglo IX en los alrededores de esta ciudad gallega.
Los siglos posteriores trajeron una buena dosis de olvido sobre la ruta, y es recién en 1960 que recobra su importancia como itinerario cultural europeo y, de a poco volvió a poblarse de viajeros en todas las versiones posibles. Una alternativa para realizarla es en bicicleta que lleva la mitad del tiempo: a pie el trayecto completo demanda unos 30 días. Prepararse físicamente es imprescindible.
Al iniciar el camino se deben sacar las credenciales en Roncesvalles, punto de partida en los Pirineos Españoles. La idea es sellar este documento en los puntos por los que se transita. Una vez en Santiago de Compostela, la Oficina del Peregrino otorga “la Compostela”, certificado que acredita que la persona ha hecho por lo menos 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta.
Una vez cumplido este trámite inicial, hay que viajar a Pamplona para iniciar el recorrido en bicicleta. La travesía suele insumir de 9 a 14 días. Se debe andar unos 60 kilómetros diarios para cubrir los 750 desde Pamplona hasta Compostela.
Recorrer el Camino es fácil ya que está muy bien señalizado por flechas o vieiras, diseñadas en color amarillo sobre un fondo azul. La mayor parte transcurre por senderos agrícolas alejados de las carreteras. Así se visita una infinidad de pueblos pequeños.
Para alojarse existen establecimientos de todo tipo. Hoteles, casas rurales y albergues de peregrinos. Estos últimos dependen de instituciones religiosas o del ayuntamiento del pueblo. Todos funcionan muy bien y son impecables y además suelen ser muy económicos (entre 3 y 6 euros por persona).
El trayecto tiene además un gran atractivo arquitectónico, ya que a lo largo de la ruta hay innumerables construcciones de estilo romántico: una versión simple, sólida, popular y maravillosa que se caracteriza por edificios de piedra con ventanas pequeñas, arcos de medio punto y bellísimos capiteles de piedra tallada.
Al final de viaje, se debe asistir a la misa de los peregrinos en la Catedral –se celebra todos los días a las 12-. La entrada en la Plaza del Obradeiro, es realmente muy emocionante, y también la misa en la que nombran a los peregrinos de cada país que llegan constantemente exhaustos. Una experiencia dura pero redentora.